Archivo de la categoría: Efectos especiales
Carlo de Marchis. Maquetas, látex, monstruos y aviones.
Nacido en Italia, el técnico y artista de efectos especiales Carlo de Marchis desarrolla una intensa actividad como maquetista y artesano de efectos especiales desde mediados de los años sesenta hasta finales de los setenta, primordialmente en Italia realizando trabajos para películas como: Hasta que llegó su hora (1968) El puente de Cassandra (1975) o Caimán (1978). Gran parte de su actividad laboral se desarrolla en el taller de efectos de Carlo Rambaldi, colaborando entre otras en: La Biblia(1966) Barbarella (1968) Rojo oscuro(1975) o Alien (1979)
A principios de los años ochenta Carlo de Marchis trabaja por cuenta propia en grandes producciones como: En busca del fuego (1981) o Conan, el bárbaro (1982) estableciéndose en España, donde desarrollará la mayor parte de su actividad artística.
Su colaboración en el director de cine Juan Piquer Simón, le lleva a conseguir dos premios Goya de la Academia española a los mejores efectos especiales en Slugs, muerte viscosa(1988) y La grieta (1989).
En su afán de dar a conocer a técnicos y artesanos del cine, Area51 ofrece la biografía de este inquieto y poco conocido artista de efectos especiales. Fruto de numerosas entrevistas, el texto se enriquece de anécdotas y comentarios personales de Carlo que amenizan el recorrido cronológico de su carrera cinematográfica. Ilustrado con fotos del archivo personal de Carlo de Marchis, y con imágenes de sus trabajos en cine, se completa la visión de una vida dedicada a la construcción de sueños y fantasías, que en algún caso se convierten en pesadillas.
Paginas de muestra.
- Formato: 170 x 240 mm, vertical
- Páginas interiores 170
- Más de 200 fotos a color y B/N
- PVP: 14 euros + gastos de envío.
Más información y pedidos: Area51ediciones@gmail.com
Publi Hamburguesa (2012)
Durante los años que formé parte de 4D Escenografía, realizamos muchisimos trabajos para publicidad. A partir del año 2009 dejé la empresa, pero seguí colaborando con ellos asiduamente. En el año 2012 para una conocida marca de hamburgueserías hicimos una hamburguesa a tamaño bastante mayor de las reales. Se trataba de recrear un efecto de un antiguo anuncio en el que una gigantesca hamburguesa caía sobre un coche aplastándolo. No se hizo tan grande, debía tener unos sesenta centímetros de diámetro.
La construcción se llevó a cabo en el taller de escenografía 4D. Roldan se encargó del panecillo y yo del interior aunque ambos colaboramos en el proceso general. Los materiales deban ser ligeros, y elásticos, pero con cierto peso, ya que el ficticio de hamburguesa se debía dejar caer desde un par de metros de altura para ser rodado a más velocidad y más tarde ser incorporado en postproducción al coche. Hicimos varias pruebas de materiales, látex, espuma de poliuretano, siliconas, etc. al final conseguimos que tuviesen la elasticidad y peso adecuados para crear el efecto que se quería.
Los de efectos especiales, creo que Raúl Romanillos, rodaron un coche al que se le dejó caer encima desde una grúa, una enorme pieza de metal que lo aplastó. Los de efectos digitales incorporaron nuestra hamburguesa ampliándola de tamaño. El efecto quedó muy chulo.
La seducción de Caos (1992)
Se trata de una producción de «La linterna Mágica» para televisión española. No sé como la productora de Basilio Martín Patino contactó con Colin Arthur, pero recuerdo cuando este nos contó a Carlos Rojo y a mi (su único equipo en aquel momento) que había salido una película en la que había que hacer un espectacular efecto con animatronics.
El trabajo requería crear la ilusión de que el actor Adolfo Marsillach es en realidad un robot. En un momento de la película, el actor debía quitarse la piel como si de una máscara se tratase dejando al descubierto su interior mecanizado. No querían algo tan tecnológicamente perfecto como el Terminator, con su acabado de metal pulido y brillante como espejo, sino algo mas artesanal. Lo cual resultaba mucho más conveniente. Colin había trabajado con varios expertos en animatronica en su experiencia en películas como las dos producciones de la Historia Interminable del año 84 y la segunda del 89 y se encargaría el mismo de hacer los mecanismos interiores.
Lo primero fue realizarle un lifecasting, es decir tomarle al actor un molde de su cabeza. Se trata de aplicar primero una capa de alginato en el rostro y después de escayola , en dos piezas, por toda la cabeza. Llega un momento en que el actor tiene la cabeza completamente cubierta salvo dos orificios en las fosas nasales para respirar y creedme, puede llegar a ser muy claustrofóbico. Marsillach, uno de los grandes actores españoles, pasó un mal rato y Marisa, la por entonces mujer de Colin, tuvo que darle la mano y tranquilizarle con los típicos mensajes de » ya casi está… ya terminamos… un par de minutos y te sacamos de ahí..» Marsillach aguantó y el molde salió perfectamente.
Carlos y yo nos pusimos a sacar el positivo y hacer más moldes para crear una piel de foam látex que fuese idéntica al rostro de Marsillach. Mientras Colin comenzó a construir el animatronic con un cráneo de resina de poliéster que habíamos sacado del molde del actor. Marisa, la experta en Látex, tenía ya los moldes finales y la escayola bien curada en el horno y comenzó a hacer sus mezclas de espuma de látex. La máscara de Marsillach quedó fenomenal cuando se le pusieron cejas, parpados , la barba del actor y demás complementos. Colin había terminado su animatronic y funcionaba perfectamente. El cuello se movía con pistones de aire comprimido y la boca y ojos con radiocontrol y servos. Colin y Carlos practicaron el manejo del cráneo mecanizado.
En el rodaje, el actor debía estar sentado en una silla de atrezo y para realizar el trucaje necesitábamos reemplazar al actor por el animatronic sobre la silla, pero el director quería un plano más amplio para que se viesen las manos, así que se decidió que el mecanismo estaría sobre el torso de alguien que debía estar escondido.
Ese alguien fui yo. Tuvimos que cortar la parte trasera del sillón y hacer un agujero por el que yo metía la cabeza. De esta forma estaban mis brazos por delante y la cabeza tras el respaldo, con el animatronic encima de mi pecho. Hicimos algunos ensayos y la cosa iba bien.
El rodaje fue divertido, y el equipo se portó estupendamente. Conocían bien las limitaciones que había y no pidieron imposibles. Primero se rodó a Marsillach sentado en el sillón, Colin le había colocado una calota de látex pintada de color blanco, sobre ella una piel de látex con pelo imitando perfectamente la calva del actor. En un momento determinado, tras un breve monologo, este se lleva las manos a la parte trasera del cráneo y tira de la piel como quien se quita un jersey, dejando al descubierto un cráneo blanquecino.
Se corta y Marsillach nos deja sitio a nosotros. Yo me meto por el agujero del sillón y me colocan el trasto mecánico encima. En la primera foto, Colin saluda con el radio control y Carlos ajusta las cinchas que me sujetaban en el agujero del sillón. En la segunda se ve el tinglado de cables y correas que me sujetaba y movía los mecanismos del animatronic.
Tuvimos tiempo para ensayar y coordinar los movimientos entre Colin y Carlos manipulando el animatronic y yo moviendo las manos intentando imitar la cadencia lenta y majestuosa de Marsillach. Se rodaron varias tomas hasta que conseguí, a ciegas acertar con mis manos a desencajar la pieza del cráneo y dejar al descubierto el mecanismo del animatronic.
El director y el resto del equipo quedaron satisfechos y nosotros también. El efecto resultó bastante espectacular y sorprendente. No era nada habitual en el cine español ese tipo de efectos y pensamos que con algo de suerte podría significar una nueva nominación al Goya para Colin, que ya lo había conseguido por La Grieta de Juan Piquer. Si embargo, la película no tuvo la distribución que habíamos pensado. No se estrenó comercialmente en salas de cine, solamente pudimos verla unos años después cuando la pasaron por televisión española. No hubo nominación ni nada por el estilo, simplemente, y ya es bastante, la satisfacción de haber realizado un buen trabajo.
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Detrás de la Claqueta (María Luisa Pino)
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EDICIONES ÁREA 51. CATÁLOGO. 2017
CINE:
- Los Alquimistas del 7º arte. Los efectos especiales en el cine español. Autores: Domingo Lizcano- Antonio Garcinuño. Prologo : Carlos Aguilar
AGOTADO
- Detrás de la Claqueta. Autora: María Luisa Pino
- Carlo de Marchis. Maquetas, látex, monstruos y aviones. Autor: Domingo Lizcano.
NOVEDAD.
- Francisco Prósper. Creador de ilusiones. Autor: Domingo Lizcano. Prologo: Jorge Gorostiza
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CINE:
Escrito en primera persona por María Luisa Pino, montadora y técnico de efectos especiales y de maquillaje, nos encontramos ante una extensa y entretenida visión de las entrañas del mundo cinematográfico a lo largo de mas de cuatro décadas. Su padre, José Pino, era dibujante en los estudios cinematográficos CEA, de Madrid. Desde muy pequeña vivió en el ambiente de los rodajes y los estudios de cine y comenzó muy joven como meritoria de montaje. Tras más de veinte años de trabajar entre negativos y moviolas se pasó a los efectos especiales y de maquillaje de la mano de su entonces esposo Colin Arthur, un escultor de efectos especiales británico. Los dos recorrieron Europa realizando trabajos de maquillaje y caracterizaciones fantásticas para todo tipo de producciones. Desde películas de bajo presupuesto como Yo cristina F (1981) hasta grandes producciones como Furia de titanes, (1980) , o La historia interminable (1984) A partir de 1990, ya afincados en Madrid, Colin abre su taller Dream Factory en el que se realizaran trabajos para películas de Juan Piquer, Alejandro Amenabar, Basilio Martin Patino, y otros.
A lo largo de sus 240 paginas , con mas de 200 fotografías en blanco y negro y a color, podremos ser testigos de las vicisitudes y aventuras sufridas a veces y celebradas la mayor parte, durante los rodajes de una vida dedicada al cine.
- Formato: 170 x 240 mm, vertical
- Páginas interiores 246
- Mas de 210 fotos a color y B/N
- PVP: 20 euros + gastos de envío
Pedidos: Area51ediciones@gmail.com
Area51Ediciones. Pedidos-Alquimistas.
Failure (1998)
Mi primer cortometraje como director, o mas bien como co-director. En realidad se puede decir que salvo interpretarlo, lo hicimos casi todo entre Adolfo Aliaga y yo. Por aquel entonces vivía en Los Angeles, en una casa vieja pero grande, con un inmenso comedor que apenas utilizábamos. Adolfo y yo decidimos hacer un corto ambientado en el interior de una nave espacial, así que se nos ocurrió construir el decorado de la estación espacial en el comedor de nuestra casa. La mayoría de los diseños del interior de la nave los hizo Adofo Aliaga que para eso estaba estudiando en la escuela de diseño de Pasadena Art Center. Yo hice algunas ilustraciones del exterior.
Lo que parecía una locura, y lo era, se tornó en una sorpresa agradable al ver que si pudimos crear con poquísimos medios, una nave espacial en nuestra casa. Ni que decir tiene lo alucinados que se quedaban las visitas cuando traspasaban la puerta de entrada y veían a su izquierda la cocina y a la derecha una estación espacial.
Entre Adolfo y yo escribimos el guión, dirigimos, construimos los decorados, nos encargamos de la iluminación, cámara, montaje, sonido y efectos visuales. Tuvimos algunas colaboraciones , eso si, pero la mayoría del trabajo lo hicimos nosotros. El corto quedó demasiado largo y con un ritmo excesivamente lento. Era nuestra primera experiencia a ese nivel y resultó muy valiosa y positiva, y aunque tiene mas fallos que una escopeta de feria, pero fue una fascinante aventura.
En este enlace podéis ver el corto, dividido en tres partes.
Juan Piquer. Un Titan en el confín de la Tierra.
Unos meses después de haber colaborado en el libro sobre Juan Piquer, se puso en contacto conmigo pedro rueda, uno de los fundadores de la editorial Caltiki y me comentó que ellos llevaban trabajando un par de años, recopilando información sobre Juan Piquer con la idea de publicar un libro sobre este. Ahora que Jorge Adsuara había publicado el suyo, esperarían un año aproximadamente para sacar a la venta en el que estaban trabajando. me pidieron también si podía colaborara y escribirles un capitulo. En esta ocasión tenía mas tiempo y me explayé. Escribí sobre mis recuerdos desde hace casi veinticuatro cuando conocí a Juan Piquer. Rebusqué entre mis viejas carpetas y encontré muchos dibujos que había hecho para Juan en mis primeros años. Los escaneé y se los mandé junto a un buen numero de fotos para ilustrar el extenso texto.
Cuando le libro de publicó descubrí con cierta tristeza, que el formato del libro era tan pequeño que las fotos apenas se preciaban y estaban además todas en blanco y negro.
Pero ahora está aquí todo ese material, con las imágenes a buena resolución y a color para que los interesados y curiosos puedan disfrutarlo como es debido.